El inglés Neil Harbisson tiene un dispositivo conectado a su cerebro. Visitará el Campus Party.
Neil
Harbisson recuerda con precisión el día en que siendo un niño dibujó un
perro verde, sin saber que su lápiz era de ese color y que los perros
verdes no existen.
En su cabeza está fresca la imagen de su
profesora enfadada y de sus compañeros burlándose. Pensamiento gris
porque le produce tristeza. Pero gris, también, porque así fue
exactamente como apareció en su cerebro, en una infinita escala entre
negro y blanco.
Y así ha sido siempre. Harbisson, el
primer hombre con estatus oficial de ciborg -humano con una parte
cibernética-, nació con acromatopsia, una enfermedad que no le permite
ver el color.
De eso se enteró solo cuando cumplió 11
años, cuando un médico le diagnosticó que su problema no era el
daltonismo -como se creía hasta entonces-. Eran los días en que este
hombre, hoy de 29 años, no podía diferenciar una bandera de otra ni
saber cuál era la llave del agua caliente ni reconocer los ojos azules
de una niña bonita.
"No se haga el tonto. Dibuje el perro otra
vez, pero con un color normal", recuerda que le dijo en vano la maestra.
"Yo no le entendía. No puedes saber lo que es un color normal si nunca
has visto uno", dice este hombre, invitado especial a la quinta edición
del Campus Party Colombia 2012, el mayor evento de cultura digital en
red del mundo, que arranca la próxima semana.
Viene a contar su historia y a explicar
cómo funciona el Eyeborg, como se llama el dispositivo que pende de su
cabeza desde el 2002.
-¿Cómo transcurre un día en la vida de un ciborg?
-Transcurre de la misma manera que los días
de los demás, con la diferencia de que de vez en cuando me tengo que
enchufar (la batería del aparato dura de dos a tres días) y de que
cuando salgo a la calle la gente me mira, se ríe o me pregunta qué llevo
en la cabeza.
Y lo que lleva este inglés de acento
catalán (ha vivido buena parte de su vida en España) es, así de simple,
un tercer ojo. Un dispositivo que inventaron él y Adam Montandom, un
experto en cibernética, apegados a un principio de Isaac Newton: "El
color y el sonido no son tan diferentes. Tienen en común que son
frecuencias". El Eyeborg, como lo bautizaron, es lo más parecido
a una cámara web que hace que Harbisson pueda percibir 360 tonos de
color por medio del sonido. En esencia, se trata de un sensor
que convierte las frecuencias lumínicas en frecuencias auditivas y las
envía a un chip incrustado en su nuca. Es por eso por lo que Harbisson
debe de ser el único hombre sobre la Tierra que puede, literalmente,
escuchar El grito de Edvard Munch. "Ese cuadro suena muy disonante,
igual que La Gioconda, de Da Vinci", sentencia. El rojo le suena muy
grave y el azul, muy agudo. "En cambio, obras con colores más puros,
como las de Miró o Andy Warhol, suenan más armónicas", explica.
El Eyeborg resultó ganador del premio
británico de innovación Interface Design Europrix Multimedia Top Talent
Award, celebrado en Viena en el 2004.
-Cuando camina por la calle, ¿cómo puede controlar los sonidos propios de la urbe y los que, además, le envía el Eyeborg?
-Tengo dos entradas de audio distintas, una
por las orejas y la otra, a través del hueso. Los sonidos auditivos los
oigo por los oídos y los sonidos visuales, por el hueso. Por lo tanto,
ya no me confundo.
El aparato hace parte de su cuerpo
oficialmente desde el día en que les ganó la batalla a las autoridades
de inmigración del Reino Unido, que no le permitían renovar su pasaporte
porque no podía salir en la foto con un dispositivo electrónico
colgando de su cabeza.
Harbisson les dijo una y otra vez que se
había convertido en ciborg y que el Eyeborg debería ser considerado una
extensión de su cuerpo. Al final, y luego de decenas de cartas de su
médico y de amigos, el Gobierno británico reconoció el aparato y la
fotografía fue aceptada.
Desde entonces, se declaró su condición
permanente y se convirtió en uno de los abanderados de los derechos de
los ciborgs en el mundo, de quienes dice se les excluye y discrimina,
pese a la obsesión tecnológica que nos rodea. "Dentro del vientre
materno empezamos a desarrollar nuestros sentidos, pero ahora podemos
seguir haciéndolo fuera de este con la incorporación de dispositivos
electrónicos en nuestro cuerpo. En unas décadas será normal
considerarlos como parte del ser humano y como nuestras extensiones". De hecho, cómo no considerar a Stephen Hawking, a quien un aparato electrónico le procesa su voz, como un ciborg.
Por eso, luego de ganar la pelea del
pasaporte, se quedó con el deseo de acumular otras victorias, no solo
para sí mismo, sino para los demás. Así nació la Fundación Ciborg, que
hoy preside. "Defendemos los derechos a usar la tecnología como parte
del cuerpo. ¡Hay lugares públicos como cines, iglesias, centros
comerciales y aeropuertos en donde se nos niega la entrada!".
Ese es, quizá, su principal frente de
lucha. El otro es el artístico, que intuyó desde que era un niño y
pintaba perros verdes. Entonces, se dio cuenta de que no ver los colores
acentuaba otros aspectos. "El color es una interferencia visual que en muchos casos distrae y no deja ver las formas con claridad",
explica. Y vino la que puede ser la osadía más grande en su vida: en
Mataró (Barcelona) estudió bachillerato artístico porque quería ser un
artista, aun ajeno al color, al que se refiere como un dios. "Sabes que
está ahí, pero no puedes verlo".
Hoy, en vez de plasmar en un papel o lienzo
los ojos, los labios, el pelo y la piel de un rostro, lo que hace es
apuntar las notas de cada parte de la cara para así crear un retrato
sonoro. En otras palabras, en vez de un dibujo, el artista obtiene un
archivo mp3. Cada rostro resulta una composición musical.
Harbisson está convencido de que todos somos ciborgs en potencia. "Estamos
buscando crear un Eyeborg al revés, es decir, crear un sistema de
visualización de sonidos, para que los sordos puedan ir a conciertos y
ver los colores de la música". Está seguro de que la tecnología
no solo puede ayudar con las discapacidades, sino crear nuevos
sentidos. "No olvidemos que el simple hecho de llevar tecnología en el
bolsillo es la transición para convertirse en un ciborg", remata.
Esta es la quinta versión
Esta edición del Campus Party Colombia, del 25 de junio al primero de
julio, reunirá en Corferias a unos 5.000 jóvenes emprendedores y
amantes de la tecnología. El evento tendrá 9 áreas de contenido:
astronomía y espacio, robótica, 'hardware' y 'modding', Campus Crea,
'social media', desarrollo de 'software', seguridad y redes, 'software'
libre y juegos. Buena parte de las 450 horas de contenido se transmitirá
por Campus Channel, en Internet, para los 'campuseros' de todo el
mundo. Las boletas se podrán comprar en
www.campus-party.co.