lunes, 4 de junio de 2012

Una triste realidad digital

Las urbes grandes, las metrópolis, muchas veces encierran unas zonas que parecen ser otras ciudades, dependiendo de su estrato económico y su ubicación, lo que muchas veces define su status y la idiosincrasia de sus habitantes.
He estado varias veces en el barrio El Paraíso de Ciudad Bolívar -zona muy diferente de lo que se conoce como Bogotá- llevando a cabo jornadas humanitarias que ofrecen soluciones de salud, odontología, optometría, veterinaria y entretenimiento para sus habitantes. Esta actividad fue llevada a cabo por los profesionales oficiales de la reserva de la Escuela Militar de Cadetes José María Córdova.
Pero, además de la carencia de muchos servicios básicos, el analfabetismo digital es terrible. Me dio mucha tristeza ver, cuando les pregunté a varios niños de entre 8 y 15 años, que se encontraban jugando en el colegio Paraíso Mirador, si sabían qué era Internet y si habían navegado por él. Ninguno -léase cero- sabía de qué le estaba hablando. Me miraban como si estuviera loco.
Conozco casos de niños de otros países que, estando en condiciones muy precarias, una vez entran al mundo digital, en el cual el principal elemento es Internet, cambian su vida en una forma tal que se convierten en personas productivas y hasta han sido estimuladas por compañías internacionales muy prestigiosas con premios de innovación.
No puedo decir que en ese barrio no haya cafés Internet, porque vi uno, o algo que les permitiera navegar. También puede ser que no tienen cómo pagar por este servicio. Sencillamente, no existe la cultura digital que se está apoderando del resto del mundo. Bogotá debe emprender en esas zonas marginadas programas de sensibilización en todos los temas del mundo digital. Debe ir mucho más allá de instalar centros de acceso a Internet con modernos computadores, pues, si no se efectúa paralelamente una sensibilización sobre estos temas, se perderá la iniciativa.
Sería bueno hacer concursos, con buenos premios, en una sala o aula digital conectada a Internet con un buen ancho de banda, con juegos diseñados para elevar la conciencia digital de sus habitantes y los beneficios que les puede traer.
Estoy seguro de que, así, pronto tendremos niños y mayores mucho más despiertos, entendiendo muchas de las posibilidades que les puede ofrecer la convergencia digital. Esto no da espera y no debe depender de decisiones políticas, que solo buscan votos y favoritismo.

GUILLERMO SANTOS CALDERÓN

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